Observatorio Medioambiental
Leña y desertificación en Chile
Pedro Serrano R., Corporación el Canelo de Nos (Fellow de Ashoka)
Artículo aparecido en el diario La Nación el 25 de Julio de 2007
Es muy probable que quien lea esta columna no esté al tanto de que la leña es el principal combustible utilizado en el ámbito doméstico a lo largo de nuestro país. En el sector comercial-público-residencial, este material ha llegado a ser 50% del total de los insumos, según cifras de 2005. De toda la leña que se quema en Chile, 40 mil 278 teracalorías totales (de acuerdo con un balance de la Comisión Nacional de Energía de ese mismo año), 29 mil 67 teracalorías aparecen ingresadas en este sector, con 72% de toda la leña cortada en Chile en esa temporada. El resto se usa en el sector industrial, el minero y en centrales termoeléctricas.
Si se juega un poco con los números, considerando 2 mil 500 kilocalorías de energía por kilogramo de leña seca, se tienen aproximadamente 11 millones 626 mil 800 kilogramos de leña que se queman en los hogares de Chile. Once mil toneladas anuales de leña constituye un número importante de desechos forestales, de árboles y de arbustos cortados para ser quemados. Si seguimos jugando con los números, a cada chileno -aunque algunos de nosotros jamás lo hayamos hecho- le corresponden como media estadística 775 kilogramos de leña al año quemada en su casa.
De esta forma, cinco chilenos en una casa media equivalente, consumirían casi cuatro toneladas de leña al año. Toda la electricidad que ingresó al sector en 2005 fueron 13 mil 216 teracalorías; o sea, sólo 45% de lo representado por la leña.
El consumo de este material en cuanto a factor energético es más que el doble del consumo eléctrico en dicho sector comercial-público-residencial. Sería, ciertamente, reconfortante ver al sector político nacional más involucrado en el tema de la leña, que afecta a una gran población de chilenos pobres, mayor que en la última crisis del gas natural que afecta a una proporción notable de chilenos ricos. Números más, números menos, la leña es mucho más relevante que la electricidad en este contexto.
Todavía más importante que el gas natural, el carbón mineral o el petróleo. Lo que llama principalmente la atención es que desde el Estado no se nota esa importancia, no se ven políticas públicas, proyectos nacionales o simplemente posturas que reconozcan el hecho de que la leña es lejos el más importante energético del sector donde viven todos los chilenos.
Según un antiguo estudio de Infor, más de 60% de la leña de Chile es obtenida de los bosques nativos. Y estas mismas cifras además indican que la extracción de leña es mucho mayor que la de chips y de madera procesada. El impacto de la gente común es mayor que el que son capaces de efectuar las empresas.
De acuerdo con un estudio de la Conaf, los territorios áridos y semiáridos afectados por estos procesos superan 60% de todo nuestro territorio y en ellos se inserta mayoritariamente la población de escasos recursos, que usa de modo intensivo la leña como energético. Chile ha hecho un uso intensivo de la leña durante cinco siglos y resulta evidente que la leña es uno de los componentes fundamentales en los procesos de desertificación y pobreza que sufre nuestro país.
Canelo de Nos lleva 20 años en una cruzada nacional con el propósito de difundir conceptos, ideas y tecnología para introducir eficiencia en la utilización de la leña y, donde esto sea posible, sustituir su consumo doméstico por cocinas y hornos solares. Dos décadas machacando sin ver una política pública que haga un reconocimiento integral del problema.
Es desolador. Como la mayor parte de la leña no se transa en el mercado formal ni cotiza en la bolsa, ni existe ningún grupo económico con algún poder sobre la misma, en una economía de mercado tan ortodoxa como la nuestra no se ve una salida democrática, libre de lobby y clara al asunto y sus impactos.
Curiosamente, ha sido el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con su proyecto GEF, y la Unión Europea, quienes han estado supliendo esta notable falta de apoyo y políticas estatales mayores, financiando pequeñas iniciativas que buscan luchar contra la desertificación y la pobreza, esperando crear iniciativas participativas replicables que ayuden a resolver el problema. Canelo de Nos trabaja intensamente en quemadores más eficientes y el desarrollo de nuevas y más eficientes cocinas solares.
Pero, siendo la leña el tercer energético primario más importante de Chile y el que afecta a más pobres del país, aún continuamos haciendo heroicas y pequeñas iniciativas con pequeños equipos y poca gente. Quisiéramos sentir que el país de las elites gobernantes entiende el problema desde sus casas, donde probablemente nunca han visto o sentido el problema de la leña.
Anotamos que la leña, junto con la hidroelectricidad, son los únicos energéticos actuales de la matriz cuya fuente es totalmente nacional y no generan dependencia, que la leña puede ser sustentable e incluso lograr tecnológicamente alta eficiencia y emisión cero para efecto invernadero, puesto que leña que crece consume el carbono de la leña que se quema.
Pedro Serrano R., Corporación el Canelo de Nos (Fellow de Ashoka)
Artículo aparecido en el diario La Nación el 25 de Julio de 2007
Es muy probable que quien lea esta columna no esté al tanto de que la leña es el principal combustible utilizado en el ámbito doméstico a lo largo de nuestro país. En el sector comercial-público-residencial, este material ha llegado a ser 50% del total de los insumos, según cifras de 2005. De toda la leña que se quema en Chile, 40 mil 278 teracalorías totales (de acuerdo con un balance de la Comisión Nacional de Energía de ese mismo año), 29 mil 67 teracalorías aparecen ingresadas en este sector, con 72% de toda la leña cortada en Chile en esa temporada. El resto se usa en el sector industrial, el minero y en centrales termoeléctricas.
Si se juega un poco con los números, considerando 2 mil 500 kilocalorías de energía por kilogramo de leña seca, se tienen aproximadamente 11 millones 626 mil 800 kilogramos de leña que se queman en los hogares de Chile. Once mil toneladas anuales de leña constituye un número importante de desechos forestales, de árboles y de arbustos cortados para ser quemados. Si seguimos jugando con los números, a cada chileno -aunque algunos de nosotros jamás lo hayamos hecho- le corresponden como media estadística 775 kilogramos de leña al año quemada en su casa.
De esta forma, cinco chilenos en una casa media equivalente, consumirían casi cuatro toneladas de leña al año. Toda la electricidad que ingresó al sector en 2005 fueron 13 mil 216 teracalorías; o sea, sólo 45% de lo representado por la leña.
El consumo de este material en cuanto a factor energético es más que el doble del consumo eléctrico en dicho sector comercial-público-residencial. Sería, ciertamente, reconfortante ver al sector político nacional más involucrado en el tema de la leña, que afecta a una gran población de chilenos pobres, mayor que en la última crisis del gas natural que afecta a una proporción notable de chilenos ricos. Números más, números menos, la leña es mucho más relevante que la electricidad en este contexto.
Todavía más importante que el gas natural, el carbón mineral o el petróleo. Lo que llama principalmente la atención es que desde el Estado no se nota esa importancia, no se ven políticas públicas, proyectos nacionales o simplemente posturas que reconozcan el hecho de que la leña es lejos el más importante energético del sector donde viven todos los chilenos.
Según un antiguo estudio de Infor, más de 60% de la leña de Chile es obtenida de los bosques nativos. Y estas mismas cifras además indican que la extracción de leña es mucho mayor que la de chips y de madera procesada. El impacto de la gente común es mayor que el que son capaces de efectuar las empresas.
De acuerdo con un estudio de la Conaf, los territorios áridos y semiáridos afectados por estos procesos superan 60% de todo nuestro territorio y en ellos se inserta mayoritariamente la población de escasos recursos, que usa de modo intensivo la leña como energético. Chile ha hecho un uso intensivo de la leña durante cinco siglos y resulta evidente que la leña es uno de los componentes fundamentales en los procesos de desertificación y pobreza que sufre nuestro país.
Canelo de Nos lleva 20 años en una cruzada nacional con el propósito de difundir conceptos, ideas y tecnología para introducir eficiencia en la utilización de la leña y, donde esto sea posible, sustituir su consumo doméstico por cocinas y hornos solares. Dos décadas machacando sin ver una política pública que haga un reconocimiento integral del problema.
Es desolador. Como la mayor parte de la leña no se transa en el mercado formal ni cotiza en la bolsa, ni existe ningún grupo económico con algún poder sobre la misma, en una economía de mercado tan ortodoxa como la nuestra no se ve una salida democrática, libre de lobby y clara al asunto y sus impactos.
Curiosamente, ha sido el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con su proyecto GEF, y la Unión Europea, quienes han estado supliendo esta notable falta de apoyo y políticas estatales mayores, financiando pequeñas iniciativas que buscan luchar contra la desertificación y la pobreza, esperando crear iniciativas participativas replicables que ayuden a resolver el problema. Canelo de Nos trabaja intensamente en quemadores más eficientes y el desarrollo de nuevas y más eficientes cocinas solares.
Pero, siendo la leña el tercer energético primario más importante de Chile y el que afecta a más pobres del país, aún continuamos haciendo heroicas y pequeñas iniciativas con pequeños equipos y poca gente. Quisiéramos sentir que el país de las elites gobernantes entiende el problema desde sus casas, donde probablemente nunca han visto o sentido el problema de la leña.
Anotamos que la leña, junto con la hidroelectricidad, son los únicos energéticos actuales de la matriz cuya fuente es totalmente nacional y no generan dependencia, que la leña puede ser sustentable e incluso lograr tecnológicamente alta eficiencia y emisión cero para efecto invernadero, puesto que leña que crece consume el carbono de la leña que se quema.